El chiste del inconsciente

19 de marzo de 2024

CentroK

Psicoanálisis

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La palabra chiste es de risa, porque los chistes son para eso, para reírnos. Lo interesante es que Sigmund Freud se puso a estudiarlos y lo que vio le dio material para escribir un libro entero. ¿Qué dijo del chiste?

En el análisis de las personas que dicen o escriben chistes, y tras observar lo que producen en las emociones de los que escuchan, Freud concluye que la brevedad es el cuerpo y el alma del chiste. En los chistes, al igual que en los sueños, la información se condensa como, por ejemplo, cuando el cura le pregunta al niño que si quiere ser cristiano, y el niño contesta que prefiere ser Messi. Hay mucha información que no se dice, pero que se entiende perfectamente hoy día. Dentro de treinta años, cuando Cristiano Ronaldo y Leo Messi ya no estén en el presente de todos, es posible que el chiste pierda su gracia. Esto nos lleva a la idea de que el chiste que tiene que explicarse, pierde su esencia.

Entonces los chistes condensan información y dependen del momento. También son culturales, y por eso los chistes de otros países no necesariamente nos hacen gracia. De hecho, los que Freud incluye en su libro como ejemplos, no son para nada graciosos hoy en día, al menos para mí.

El chiste y el sueño se parecen porque ambos desplazan una situación o un personaje por otro (ser cristiano con Cristiano, por ejemplo) y como dijimos, resumen o condensan información. Se parecen, pero tienen diferencias. El sueño busca evitar el displacer. El chiste busca encontrar el placer. El sueño se hace solo, pero para el chiste se necesita del otro. Una puede contarse chistes solita pero la verdad es que tendrán poca gracia.

Lo más importante del chiste es que Freud encontró, por su similitud con el sueño, que los chistes son ventanas que nos permiten ver el inconsciente. Por eso se dice popularmente que “entre broma y broma la verdad se asoma”

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