Naufragando en el amor
“Lo que pasa es que tiene problemas cuando se le acaba la parte del enamoramiento. Por eso cambia de pareja así tan fácil y va de mano en mano. Parece carrera de relevos porque no deja a una cuando ya está con la otra, como si no pudiera estar solo. ¿Será que no se quiere lo suficiente?” Si te identificas con esta situación de cambiar de pareja con frecuencia por no sentirte bien, entonces sabrás que no es tan fácil como parece. De hecho, es bastante doloroso porque mucho de lo que se siente es una inmensa soledad aún en presencia del ser amado.
Tendemos a suponer que en compañía del ser que uno ama, todo es gozo y felicidad, y si bien no todo lo puede ser, es cierto que la mayoría de las veces así ocurre, así tiene que ocurrir, así es necesario vivir la relación para que se pueda conservar el estado de amor. Conservar el estado de amor es una habilidad que se desarrolla desde los primeros momentos de la vida. Imaginemos nuestra vida como una larga travesía, que inicia cuando nuestro barco zarpa y termina cuando llega a puerto; cada etapa en nuestro desarrollo es un pequeño trayecto que recorre nuestro barco en el recorrido de ese largo viaje por la mar. Inevitablemente en cada una de esas etapas hay momentos en que la mar se pica, se embravece, hay momentos de angustia y de crisis, decimos que hay mala mar. Es función de los padres conducir al bebé para que sortee la tempestad, y tarea del bebé enfrentar el vaivén incontrolable de las olas. En términos de desarrollo psicológico, que el barco llegue a puerto significa que se lleve a cabo la función. Esto se traduce en que aprendemos a estar solos y sabemos sortear el temporal.
Cuando no se lleva a cabo la función que nos permite desarrollar la capacidad de estar solos, entonces puede aparecer el complejo del náufrago2. Aunque estemos viviendo con una pareja sentimos como si en nuestra vida se hubiera hundido el barco en el que viajábamos y quedáramos flotando solos y a la deriva; el motivo del viaje se le ha perdido. Sentimos que naufragamos, hay una soledad en presencia del ser amado y eso no lo soportamos. Entonces nos cambiamos de pareja, nos vamos a otra balsa que pensamos y sentimos está llena de amor. Pasa el tiempo y otra vez nos alcanza la soledad, y otra vez naufragamos y volvemos a cambiar de balsa, buscando esa compañía que no terminamos de encontrar. Seguimos estando solos y no sabemos como estarlo porque no nos enseñaron. El complejo del náufrago puede trabajarse desde el psicoanálisis, se puede aprender a vivir y gozar en soledad, y con eso evitar futuros naufragios en el amor.
1 Seudónimo 2 En el amor también hay soledad: el complejo del náufrago. David Carreón Robledo, 2020, en preparación.