NOTAS SOBRE UNA SESIÓN DE PSICOANÁLISIS

Ella vino a buscar ayuda, no sabía cuál o qué necesitaba, pero buscaba ayuda. No sé cómo ayudarla todavía pero quiero corresponder a su necesidad, quiero ayudarla; cuidarla es lo único que puedo hacer por ahora.

Me cuesta trabajo pensarla, no la puedo pensar, creo que es porque ella no lo permite… Ella misma no se puede pensar, no reconoce su conflicto ¿ Cómo imaginarla? No puedo pensarla, pero por una razón que aún desconozco parece que mi presencia le está ayudando, todo indica que le estoy ayudando, se ve mejor.

Ella me hace pensar que la compañía es más terapéutica que la terapia misma. Ella me hace dudar de mí, me hace dudar de ella, me hace dudar, sentir que no sé.

Debo renunciar a hacer análisis con ella, tengo que dudar con ella, pensar con ella, imaginar con ella, ser con ella.

Se quiere ir y yo quiero que se vaya, su vanidad la está matando porque sólo quiere verse en los demás pero no puede verse en sí misma. Sufre por un amor que fue prohibido por una mujer a la que no puede odiar. Cobarde, ingenua, soberbia, aunque dulce, joven y bella; su mirada es suave pero triste…

Estoy furioso con ella y no parece importarle, es más, parece que ese fuera su cometido para así confirmar su historia con esa mujer, esa a la que no puede odiar, esa mujer. Esa mujer es intocable. Esa mujer, ¿habita en ella o habita en mí? Seguramente en este momento, en los dos.

¿Le propongo odiarla? No quiere.
¿Le propongo quererla? No puede.
¿Perdonarla? ¿Olvidarla? Imposible.

¿Qué estoy haciendo?