Pubertad y sexualidad

9 de octubre de 2024

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Roberto Rodríguez Cano

     Cuando los hijos son pequeños e indefensos, los padres son los encargados de cuidarlos y protegerlos; sin embargo, esto sólo es momentáneo, ya que de forma silenciosa comienza un desprendimiento que se habrá de aceptar y promover. Si bien es difícil separarse de los hijos, esto es muy importante para que puedan construir seguridad en ellos mismos. A veces se confunde cercanía y amor con miedo y control. El miedo y el control aportan a la vida del niño una ilusión de seguridad, cuando realmente lo que generan es temor. Los niños obedecen por temor. 

¿En qué momento descubrimos si hubo cercanía y amor? La clave la tiene la pubertad. En esta etapa de la vida, la fuerza y el pensamiento que nuestro cuerpo nos brinda, permite reconocer y vivir un mundo muy distinto al que estábamos acostumbrados. La pubertad inicia con la pre-pubertad entre los 8 y los 9 años, y es el declive de la vida infantil, así como de la autoridad parental. Aquellos niños que crecieron bajo la cercanía y el amor, serán quienes exploren y comiencen a alejarse de sus padres. Así, poco a poco el niño irá tomando distancia. 

     Explorar el mundo requiere confianza, y también de padres que la promuevan en sus hijos. Esto pasa por aprender a estar solos, a dormir solos, a resolver problemas, a tolerar la frustración, a pensar en soluciones, a calmarse a sí mismos, a confiar, a ser amables, a relacionarse con su cuerpo, a reconocer su imagen, a dialogar sobre sus miedos y a fomentar la vida en grupo. La mirada de los padres necesita alentar con calma y firmeza que, aunque se alejen, los padres seguirán estando ahí para ellos, en su memoria emocional y como recursos mentales.

     Cada niño tiene diversos recursos mentales, los cuales van a ser sometidos a comparación en la adolescencia, donde habrá un sondeo de sus amigos y de las nuevas personas que vaya conociendo. Ampliar los recursos mentales será la finalidad del adolescente. Cuando no se logren diversificar habrá conflictos que anuncien la falta de ellos; aislamiento severo, adicciones, miedos paralizantes, ataques de angustia, necesidad de control, ataques de furia, etcétera. 

      Este desprendimiento de la autoridad parental junto con la nueva construcción de la identidad será la bienvenida a la adultez, e incorporará nuevos elementos a la vivencia, expresión y satisfacción de la sexualidad. La tensión sexual será descargada en la vida social y la pubertad tiene claves que nos permiten leer las tensiones entre su cuerpo y la socialización que el niño no está logrando integrar. Los recursos mentales que los padres construyen en sus hijos los acompañan en la descarga de estas tensiones, además de estar presentes en cada interacción, gratificación o conflicto social.  

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