¿Qué convence a los electores a votar por un narcisista?

28 de noviembre de 2024

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Cada vez con mayor frecuencia están ganando elecciones personajes cuyo comportamiento y discursos rompen los esquemas tradicionales de lo que se espera de un futuro gobernante. Altamente egocéntricos, con expresiones mesiánicas, mentirosos, paranoicos, poco empáticos, misóginos, machistas, bravucones y provocadores, con un discurso de confrontación que promueve la división entre los buenos (los que le apoyan) y los malos (los que no lo hacen), que justifica cualquier acción, en su beneficio, aunque sea contra la ley o las instituciones, y que tiende a inventar enemigos(genéricos y difusos) para culparlos de todo lo malo que ha pasado, que pasa y que pasará. Se promueven así, como los únicos capaces de combatir a ese enemigo y las masas votan para que los gobierne. Esto sucede tanto en países ricos como pobres, del norte o del sur.   

¿Por qué está sucediendo cada vez con mayor frecuencia este comportamiento?, ¿Qué motiva a los ciudadanos a votar por estos personajes? Las razones para las que una persona vota por un determinado candidato obedecen a múltiples factores; sin embargo, para efecto de promover la reflexión y el análisis, me concentraré en aquellas que a mi parecer tienen que ver con procesos mentales conscientes e inconscientes. El principal factor consciente y el más común y predominante de todos es el interés personal. Una persona votará por un candidato, aunque sea el más narcisista, si le convence de que será beneficiado económicamente, no importa si a otros les puede ir mal. Vivimos en un entorno cada vez más egoísta y narcisista, donde desafortunadamente nos hemos acostumbrado a la violencia y a la desgracia del prójimo. Nos decimos “si no me ha pasado a mi nada, mientras yo reciba mi apoyo o pueda ganar más, que importan los demás”.

Por otro lado, están los factores inconscientes, que me parecen los más influyentes en la decisión de votar por dichos personajes, y si bien estos también son múltiples, podemos identificar los que se generan de manera individual y aquéllos que surgen al pertenecer a un grupo o segmento de población determinado, es decir, al formar parte de una masa. Dentro de estos últimos está el poderoso sentido de pertenencia, y el mejor ejemplo lo vimos en la pasada elección de un poderoso país del norte, donde el candidato que más atacó la migración de los países del sur fue el más beneficiado por el voto de los varones latinoamericanos asentados en ese país, es decir, para muchos fue más fuerte el sentido y la necesidad de pertenecer a un grupo predominante (los anglosajones de clase media) que velar por los derechos de sus paisanos. Como parte de una masa, y de manera inconsciente (aunque en ocasiones con toda consciencia), muchos votantes encuentran la oportunidad de descargar el odio y las frustraciones contra ese enemigo que ha construido el candidato. No importa si no tiene claro qué daño le hizo ese grupo o “enemigo”, ni tampoco si identifica realmente quién o quiénes son, lo importante es que tienen que pagar por lo que el líder señala como el “daño” que le han hecho. Ejemplos claros son el de los ricos contra los pobres, la oligarquía contra el pueblo, los neoliberales contra los humanistas, la clase media contra la clase baje, entre muchos otros.

A nivel inconsciente se genera en los votantes una especie de idealización y posterior identificación con ese candidato que demuestra rebelarse contra el “sistema”. Piensan que, si él escapó de un atentado, si no pudieron meterlo a la cárcel, él venció, y por tanto es digno de imitarse y admirarse. Agréguese a esto que la idealización incluye muchos sentimientos machistas y homófobos que el votante no se atreve a expresar, pero que es posible hacerlo a través de ese líder.

Este tema sin duda requiere mucho más análisis y reflexión y debe ser una tarea de todos, pues la salud mental de nuestros gobernantes importa y hoy importa más que nunca.

Por: Marcos Salvador Ibarra Infante

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